La poesía es anarquía

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¿Alguien leerá estos textos? Eso es lo que me pregunto todas las noches, cuando me pongo a escribir acá, en este escritorio. Es como tirar una botella al mar con un papel adentro: nunca sabés a quién le va a llegar ¿Y saben qué? Eso es lo que más me gusta.

Me interesa retratar estos tiempos. Cualquier cosa me inspira para escribir, ya lo demostré todos estos meses: un viaje en colectivo, un corte de luz, ir al supermercado, soplar las velitas, una chica que me pinche el globo, una historieta de hace 30 años, un buen disco, una foto de mi infancia, la solapa de un libro, una película loser, un SMS equivocado, un programa de televisión que le pongan puntaje a los que bailan, un recital de rock, una charla nocturna de MSN, una simple moneda de 50 centavos. Todo está ahí, a nuestro alrededor, esperándonos. Me gusta encontrarle magia a lo cotidiano, buscarle belleza a las cosas mundanas. No hay nada más difícil que eso.

Gracias a todos los que me leyeron este año y que me seguirán leyendo el próximo. Hablo de Flor, Mich, Ibi, Martín, Jime, Julia, Julieta (las 3 J), La Pipi, Lucas, Meli Cirigliano, Mica, Juan Manuel, Lucía, Franchie, Chapa, Nati Jota, Tama, Yami y -especialmente- a todos los lectores anónimos. Los silenciosos. Los que se tiran de bomba a esta pileta sin cloro y se llevan algunas gotitas del blog impregnadas en el cuerpo. Son los que más me gustan.

Brindo por un 2011 sin photoshop, sin playback y sin efectos especiales. Un 2011 real, que se pueda tocar, zamarrear, desarmar y desordenar.

La poesía es anarquía.

Nicolás Igarzábal

igar_@hotmail.com

Edesur

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esta noche de verano
ya me comió 3 velas
estamos sin luz
en toda la cuadra
desde las 5

a mi alrededor:
una bic azul
un gato ronroneando
un póster de led zeppelin
un celular descargado
un libro de murakami
una linterna con pilas duracell
un disco de elliott smith
una vela pegada en un plato
una guitarra con tres cuerdas
una notebook sin wi-fi

la vida posmoderna
se declara en estado de emergencia
crisis del sistema (nervioso central)
supervivencia burguesa
en pan de hamburguesa

la llama resiste
el viento la zamarrea
pero ella saca pecho
y no se achica
cuelgan estalactitas
de cera caliente
goteando y goteando
como lágrimas de fuego

tengo
una boleta de edesur
entre mis manos
toda arrugada
maltratada
que no tiene la culpa
de todo este embrollo
son las 3 de la mañana
30 grados centígrados
dicen en la radio

la heladera chorrea el piso
los glaciares de mi freezer
se derriten como el perito moreno
calentamiento global
en mi propia cocina
los muchachos de greenpeace
no dicen ni mu

estamos jodidos
sin aire acondicionado
ni ventilador
a esta altura
-lo juro-
me conformo con un cooler

el ventilador quedó paralítico
las aspas
fijas
impotentes
crucificadas
me piden perdón

la llama se extingue
amaga y amaga
esto es poesía
en tiempo real
a contrareloj
-mejor dicho-
a contraluz

deambulo por los pasillos
con la linterna
parezco un sereno
pero
si hay algo que acá no ronda
es la serenidad

basta!
que se termine la vela,
el cartucho de la birome
o las pilas de la linterna:
alguna de las tres
tiene que rendirse

yo voy a seguir peleando
contra este cuaderno
de espirales amarillos
que me pide a gritos
que lo ensalce de tinta
y lo use de placebo
para matar esta noche
-o al menos-
darle una buena cachetada

Nicolás Igarzábal

La Cajera de Coto

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la cajera de coto
es un show de goles
rubia, chiquita
piercing en la nariz
una celeste cid oxigenada

me pregunta
si efectivo o con tarjeta
mientras le hago un travelling
con mi cámara invisible
desde su ojo izquierdo
hasta su ojo derecho
chocando con el zoom
contra sus pestañas

compro dos cocas
salchichas y fiambres
menú de supervivencia
para soltero veinteañero
monaguillo de ilusiones
ex pesimista
100% algodón

son 18 pesos
pago con uno de 20
le doy un Rosas
me devuelve un Mitre
unitarios y federales
vuelven a enfrentarse
en nuestras palmas
dos muertos punk
en el cementerio de la recoleta

avanzo
y le digo
le confieso
que voy a escribirle un poema
(el poema más fachero del mundo)
para que lo pegue
en su caja registradora
y lo registre
todos los días

ella se ríe
me mira
la miro
y me embolsa todo
con ternura
delicadamente
y se me acerca
para decirme
a los ojos
"el que sigue"

me voy cabizbajo
silbando bajito
con la cola entre las patas
pensando que ese poema
que no se consigue
en ninguna góndola
que no entra
en ningún changuito
tal vez hubiese sido
el poema más fachero del mundo

Nicolás Igarzábal

Los 3 deseos

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Apagaron las luces
me están cantando
todos juntos
a coro
que los cumplas
que los cumplas feliz
estirando la "a" del nicolás
para que entre en la métrica

me piden que sonría
para la foto
mirando la torta
el flash me enceguece
y me inmortaliza

cuando pienso los 3 deseos
frente al bizcochuelo
ya no pido la paz mundial
que boca salga campeón
ni que me regalen
la última playstation

esta noche
cumplo 25 años
mi memoria ram
sólo almacena
los últimos 15
tengo más futuro
que pasado
pero elijo
conjugar mis días
en el presente pluscuamperfecto
que me tocó en los dados

año tras año confirmo
que la vida
es un múltiple choice
donde no hace falta
justificar cada respuesta
que todo este asunto
es un elige tu propia aventura
abierto en la página 17

empecé a escribir
cuando sentí
que nadie relataba
mis tiempos
que nadie pintaba
mi aldea
con albalatex

arlt is dead
walsh is dead
cortázar is dead
fogwill is dead

leer a tantos muertos
-gloriosos, inalcanzables-
me hizo descubrir
que estaba vivo
y eso
es una gran ventaja
sobre todos ellos
una a mi favor

encontré refugio
en los signos de exclamación
y pude hallar
-finalmente-
los ingredientes secretos
de mi propio chimichurri
para ensalzar otros corazones

descubrí
que no era el cover
de ninguna otra persona
dejé de hacer playback
y de fingir las muecas
frente a la cámara
para silbar
mis propias melodías
para desafinar
por mi cuenta

las poesías
son verdades absolutas
maquilladas de ficción
tienen más realidad
que los noticieros
más sangre
que los diarios
y más climas
que el servicio meteorológico

las poesías
son globos aerostáticos
que nos elevan con helio
hasta lo más alto
son chalecos salvavidas
que nos sacan a flote
inflados de apuro
por estos mismos pulmones
con los que ahora
estoy soplando las velitas

Nicolás Igarzábal

Juan Salvo

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tengo migraña
me duele la cabeza
de tanto pensar en vos
tengo los recuerdos
pegados con una chinche azul
atados con una bandita elástica

creo en mis poesías,
mis comas, mis puntos
y tus ojos desafinados
no te cambio una pestaña
me gustás así,
por default

llegué a tu vida de casualidad
entré por la puerta de servicio
me colé cuando se descuidó
el patovica de tu soledad

me encanta
cuando te ponés autobiográfica
cuando me contás
de tus sueños abollados
tus cicatrices con curitas
la resina de tus días
tus secuelas
precuelas
y escuelas

me gusta
cuando te equivocás
tus pifies
tus imperfecciones
soy un errorista
de la primera hora

por vos
guardo mi ego
en el placard
y me trago la llave
por vos
me corto un brazo
y le juego una pulseada

vos sos las 5W
qué, cómo, cuándo
dónde y por qué
sos la piramide invertida
la nota de tapa
el reportaje exclusivo

quiero ser
el juan salvo de tu historia
venzamos a los gurbos
y viajemos en el tiempo
el cosmos nos espera
oesterheld querido
hacia allá vamos

Nicolás Igarzábal

Carta a mí cuando tenía 13 años

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te estoy viendo
detrás del vidrio
sentado en el aula
con tu caja de herramientas
entre soldadores y estaño
pensando qué carajo
vas a hacer de tu vida
ahora que empezaste
a cursar el secundario

en el patio del colegio
juegan al fútbol
con una latita
y dos buzos como arcos
festejan los goles
haciendo el inflador
como el piojo lópez

vos jugás al counter strike
con los pibes
curtís parque rivadavia
y shopping caballito
sos un proto flogger

mucho metegol
(no vale molinete)
menú porteño
y naranjú
a 10 centavos

te pajeás
con las tetas de la pradón
y la mucama de rompeportones
guardás tus primeras pornos
en un VHS sin etiqueta

tenés en el walkman
el cassette de tercer arco
libertinaje y despedazado
todavía no descubriste
a los ramones
te faltan dos años

ya leíste
dos veces el principito
y dibujaste el cordero
en tu cuaderno gloria
ese que usás
para los apuntes
de electrotecnia

con el gordo vázquez
vas a profesor particular
en la calle matheu
cuando hay exámenes
porque no cazan una

cuando pasa la piba que te gusta
de la otra división
te ponés colorado
como tomate perita
tartamudeás
y no sabés qué decirle
tenés un felipe adentro
el amigo de mafalda

caminás
dos cuadras por yapeyú
el subte te deja
en acoyte y rivadavia
y de ahí
te tomás el 84
todos los santos días
la rutina caracol
te destruye lentamente

se vienen los 2000
estás en la cornisa
de la década
te conozco bien
vos no te preocupes
y seguí para adelante
quedate tranquilo
que el efecto Y2K
es puro cuento

Nicolas Igarzábal

Rob Gordon

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eterno
Rob Gordon
de una mente
con recuerdos
hoy te invoco
rodeado de vinilos
y me descargo
con vos

acá estoy
con mi autoestima en shuffle
mordiendo la banquina
escribiéndote unos versos
que nunca vas a leer
y pensando
una vez más,
como todas las noches,
si para hacer alta fidelidad
no te inspiraste un poquitito en mí

sino no se explica
esto de que tu vida
se parezca tanto a la mía
y que ningún gerente de marketing
te haya avisado antes

si tuviera que juntarme
con todas las mujeres
que rechacé en la vida
-todas las que les escupí el asado-
no podríamos armar
ni siquiera un truco gallo

si tuviera que juntarme
con todas las mujeres
que me rechazaron en la vida
-todas las que me escupieron el asado-
habría que alquilar varias canchas
para hacer un torneo de fútbol

a esta altura podría organizar
un mundial entero
con 32 países

Nicolás Igarzábal

Numismática

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esta moneda entre mis dedos
con tantas huellas dactilares
de héroes y de mercenarios
va a determinar mi futuro

este disco dorado
codiciado
y manoseado
condensa todas mis dudas

esta casita de tucumán
bañada en cobre
en unión y libertad
tiene la última palabra

si sale cara,
te abrazo
te lleno de besos
y no me saca
ni el ejército zapatista
ni los granaderos a caballo

si sale ceca,
me despido para siempre
escapo por la salida de emergencia
y hacemos de cuenta
que nunca nos vimos
que acá no pasó nada

entonces tiro la moneda
se contorsiona en el aire
da vueltas eternas
y ahí me doy cuenta
que lo más triste de todo
-lo que más me duele-
es que mi inseguridad
valga solamente
50 centavos

Nicolás Igarzábal

Batería baja

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este poema
es tan zaparrastroso
tan lleno de hongos y piojos
que no sé si pasará
la revisación médica
en los consultorios literarios

acá en mi cuarto
hay más depresión
que la del '29
no puedo disimular
estas lágrimas
ni con photoshop
estas ojeras
hacen lobby
para quedarse

este asunto fue la gota
que rebasó el vaso sanguíneo
fue todo una ilusión óptica
un truco de copperfield
un chiste que perdió la gracia
como los simpson

me pregunto
dónde andarás ahora
ya di vuelta el colchón
te busqué abajo de la cama
y nada
sólo hay mugre
y algunas preguntas
sin signos de interrogación

tampoco estás en mi placard
en los prólogos de mis libros
en la bolita del mouse
en el redial del teléfono
en la suela de mis zapatos
ni en la taza del té

me voy a tener que resignar
a quedarme acá tirado
anestesiado
babeando la almohada
mientras mi cuerpo
hace la fotosíntesis

mis ánimos juegan
a la batalla naval
A1, agua
B6, tocado
B7, hundido
necesito un push up
para las tetas de mi alma

odio al inventor de la ansiedad
ese capricho del siglo XX
de todo rapidito
ahora
ya

mi autoestima de cartón pintado
finita, descascarada
dice batería baja:
estoy sin crédito
apagado
fuera del área de cobertura

sufrir es para los cristianos
y yo solamente creo
en el horóscopo bazooka
soy una fosa escéptica

la soledad
son 3 panchos
con mostaza
a las 4 de la tarde

entonces prendo los parlantes
música para canelones
mis neuronas hacen pogo
adentro de mi cabeza
a veces siento que los discos
salvan vidas

los discos son
como cinturones de seguridad
que evitan
que te hagas mierda
cuando el camión de la vida
viene a contramano
por la panamericana
a toda velocidad

Nicolás Igarzábal

Papelera de reciclaje

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cada vez que en lo de tinelli
se refriegan en el caño
un pedacito de tu cerebro
dice adiós
se va de viaje
y no te manda postales
ni te trae alfajores

cada vez que en lo de tinelli
se escucha el "¡Aleluya!"
otro titanic se va a pique
nos hundimos de verdad
con jack y rose
y no hay flota-flota
que nos rescate

cada vez que en lo de tinelli
un culo saludo a otro
mascamos del mismo chicle
estiramos un beldent infinit
que ni siquiera hace globo
y lo pegamos abajo
del asiento del colectivo

cada vez que en lo de tinelli
se pelean los del jurado
te das cuenta que las neuronas
también hacen paros
cortes de ruta
y huelgas de sinapsis

cada vez que en lo de tinelli
repiten siempre lo mismo
por cadena nacional
alguien baja la tabla
y tira la cadena
presionan "delete"
y nos mandan directo
a la papelera de reciclaje

cada vez que en lo de tinelli
bailan esas tetas con siliconas
sentimos que hasta el mal gusto
tiene su punto G
que hasta un esquimal
se puede resfriar
y tener chuchos

cada vez que en lo de tinelli
te piden que votes
vos votá en blanco
iluminá el cuarto oscuro
y quemá las urnas

es mejor
jugar a la ruleta rusa
con el control remoto,
una granada de zapping
que le saques la espoleta
con los dientes
y te estalle en las manos

Nicolás Igarzábal

Poetas Malditos

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a vos
que te hacés el poeta maldito
y te la pasás todo el día
viendo canal A
que te comiste a arlt
y decís que borges
era un viejo careta
que te ponés citas literarias
en tus nicks
y todos te aplauden
por facebook
y te dicen "me gusta esto"

a vos
que vas a los ciclos de poesías
a poner la caripela, a tirar facha
y chamuyarte minitas
que ahogás tus penas en twitter
y te abrís un blog por mes
que usás frases spinettianas
hasta en el gimnasio
y te consolás escuchando pez

a vos
que te gusta el free jazz
y la música volada
que aclarás "con syd barrett"
cuando hablás de pink floyd
que leés a bukowski en inglés
para hacerte el poronga
más bukowskiano que bukowski
más papista que pappo

a vos
que buscás reliquias en las ferias de libros
y te creés el indiana jones del parque rivadavia
que le rezás a la estampita de san cortázar
bendito tú eres
entre todas las rayuelas

a vos
que te armaste una editorial propia
una con nombre lindo, con tus amigos
que te dejaste de lavar el pelo
para tocar "seminare" en los fogones
que usás ropa de viejo
y tenés menos de 30
que saqueaste el placard de tu abuelo
con olor a naftalina

a vos
que militás en puán
estudiás fotografía
y sólo fumás flores
que vendés artesanías
para bancarte las vacaciones
que decís "no veo televisión"
para hacerte el anti

a vos
que te llevaste autoestima a marzo
pero arriba de los escenarios
te hacés el guacho pistola
que jugás al buscaminas
y al solitario spider
para pilotearla en el laburo

a vos
montonero frustrado
que soñás con aliverti y barone

y sos más panqueque que tvr

que fuiste rolinga antes de cromañón
y ahora te gustan las pastillas del abuelo
porque "tienen buenas letras"

a vos
ex futbolero
que puteaste a maradona
durante todo el mundial

que leés barcelona y radar
como las sagradas escrituras
que te fuiste al norte
y te sacaste la fotito
saltando en las salinas

a vos
abonado a la flia y a la tribu
que te internás en el bafici
a ver películas ponjas y vietnamitas
que revolvés las bateas de world music
y aplaudiste las carrozas del bicentenario

a vos
que ves el programa de sasturain
y sacás fotos en blanco y negro
para hacerte el melanco sensible
que te matás a pajas
con el rock instrumental
que te hacés el poeta por youtube

a vos
que te gustan los cantautores
esos llorones del indie
y nunca fuiste a cemento
que decís que radiohead
son los pink floyd de ahora
que escuchás mars volta
y te cortás las venas
con los discos de nick drake

sí, a vos
quiero decirte
que yo soy igual a vos
y puedo esconderme
en un poema
usarlo de escudo
de caparazón
o de máscara
como la de jim carrey
y bailar salsa
con los policías
(chic chiqui boom)

puedo bajarlo al papel
y pasarlo a word
enumerar todos mis clichés
y atribuírselos a otro
porque estoy seguro que vos
en el fondo
también sos como yo

Nicolás Igarzábal

31.932.906

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mi documento dice
que soy varón
mayor de edad
soltero
y argentino
que está todo bien
con el mercosur

tengo 24 años
70 kilos
1,80 metros
y una ansiedad
de 4 megapixels

vivo en villa santa rita
uno de los barrios
con menos rating
siempre digo flores
porque sino creen
que es en provincia

me crié en una veterinaria
de la calle amenábar
entre castraciones
vacunas antirrábicas
y alimento balanceado

tuve tamagochi
reloj-calculadora
y puntero láser
fui campeón del Daytona USA
y me acuerdo la fatality
de subzero en el mortal kombat 2

libré batallas
siempre perdidas
contra el acné juvenil
la miopía
y la escoliosis

soy más perseverante
que un pop-up
tengo más calle
que la guía T

colegio católico
después industrial
don bosco
y pio rock

tengo muchos discos psicodélicos
y nunca me fumé un porro
no sé lo que es "estar re loco"

soy agnóstico matriculado
apenas creo
en la ley de gravedad
(y hasta ahí nomás)

no creo en el horóscopo
ni en la llegada a la luna
ni en el mundial '78

de chico coleccionaba
estampillas de fútbol
iba al parque rivadavia
todos los domingos
con mi viejo

usé ICQ, Audio Galaxy y Encarta '97
bajaba más rápido con el Go! Zilla
y buscaba tablaturas de guitarra
en atame.org

toco desde los 13
primero aprendí "veneno"
después "vasos vacíos"
nunca progresé mucho

no sé ninguna de fogón
cuando me piden alguna
toco de él mató
o del gordo minimal
nada más

ando por la vida
sin protector bucal
porto una soledad
calibre 32
y tengo el corazón
como un queso gruyere

en mi currículum amoroso
figuran dos novias
una me decía "iguis"
la conocí en Cemento

soy periodista,
lo único que estoy
seguro que soy

vos sos como el pibe
de "casi famosos",
me dijeron una vez
y lo tomé como un piropo

escribir
me gusta más que coger
ningún polvo
dura más de 4 páginas
si veo algún lugar común,
me cruzo de vereda

no tengo fotos
con ningún músico
salvo con walas
y su remera
de britney spears

una vez viajé a europa
crucé por abbey road
vi al barcelona
en el camp nou
y fui al louvre
un martes
el día que no abre

tengo coche con caja automática
tres gatos siameses
dos lentes de contacto
un prendedor de el eternauta

me fascinan expresiones de los '90
como qué potra
chafón
te la tranzaste
mulero
tenés cuiqui
waska
y chiva calenchu

nunca vi lost
nunca tuve sexo virtual
nunca me pusieron un yeso
no sé sacarme autofotos

me acuesto cuando
todos se despiertan
me levanto al mediodía
pongo siempre
dos despertadores
mi último desayuno
fue en 2003

no me va el machismo
ni el feminismo
ni el guachismo
tengo una autoestima
de madera balsa,
hice de la ciclotimia
un deporte nacional

mi sueño es armar una
guerra de guerrillas en guerrín
con fugazzeta incluida
porque para hacer la revolución
hace falta un buen golpe de horno

no tengo una estrella en hollywood
ni un panqueque con mi nombre
en lo de carlitos

no figuro en wikipedia
tengo 1.200 resultados
si me busco en google
y 295 amigos
según facebook
estoy muy lejos
de roberto carlos

me gusta la palabra chasquido
cocucha
pacata
garrapiñada
y ventolín

también palabras al revés
como troesma
ñapi
feca
lorca
ñoba
y lleca

nunca sé donde va la "H"
en la palabra "ushuaia"
nunca fui muy original
para inventar contraseñas:
la de mi cajero automático
es 12341234

me encanta leer
entrelíneas
escuchar
entrelíneas
comer
entrelíneas

a veces tengo raptos de inspiración
pero nadie paga rescate
las mejores poesías
las escribí arriba de un colectivo
especialmente el 166 o 34
derecho por juan b justo

me gustaría
trabajar de escritor fantasma,
con una sábana en la cabeza,
asustando a la gente

y si algún día,
ya anciano y moribundo,
tuviera que escribir mis memorias
no dudaría un sólo instante
en llenarla de datos falsos
poniendo como título
el número de mi documento

al fin de cuentas,
todas las biografías
son pura ficción

Nicolás Igarzábal

Testigo Criminal

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En mi colegio había un chico que se llamaba José, pero sus compañeros le decían "Polaco". Todos tuvimos una banda de cabecera en nuestra adolescencia noventosa. Para algunos de mi generación, por ejemplo, fue Attaque 77; para otros, Los Piojos o La Renga. A mí me gustaba Catupecu Machu. Grupo con nombre llamativo, ruidoso, ignoto a finales de la década. "¿Catupecuqué?", me preguntó mi viejo cuando le dije que los quería ir a ver a Cemento. Le tuve que aclarar que no, que no tenían nada que ver con Machu Picchu, que no pensaba viajar a Perú.

Aparecieron en 1997. Llegaban para los últimos coletazos del Nuevo Rock Argentino, lo miraban de afuera, con la ñata contra el vidrio, pero así y todo terminaron reinventando esa etiqueta híbrida del "rock alternativo". De un primer pantallazo, no te remitían a ninguna banda en especial, se salían del molde. Se los podría relacionar con Los Brujos, pero ellos eran 6, y Catupecu hacía el mismo barullo -o más- siendo la mitad de integrantes. Ni se vestían como seres de otro planeta. No cerraba. Para ser unos Peligrosos Gorriones eran demasiado porteños, más barriales y menos cultos. ¿Soda Stereo? Tampoco: Soda perseguía la sonoridad perfecta, Catupecu buscaba la deformidad perfecta. Y la conseguían. Después aprendieron a componer, a tocar bien, y la cagaron.

A morir es un disco al que siempre vuelvo. Lo tenía grabado en un cassette TDK de 90 minutos, de esos que había que rebobinar con las birome. Ese recital (sucesor de Dale!) me lo imaginé durante años. La ropa que llevarían puesta los músicos, dónde se paraba cada uno en el escenario, las caras del público, la temperatura y el tufillo del lugar. Me imaginaba cómo sería el acordeón de Herrlein, quién corno era Faustito y el famoso Polaco que tanto le costaba pararse. Al día de hoy, cada vez que lo pongo, me imagino un show diferente. Pienso en el "Se va a armar una de San Quintín acá", el "¿Cómo estaban antes de que salgamos a tocar, EH?" y "El lugar está puesto, ahora nos ponemos nosotros y chau". Me sabía los diálogos de memoria, como si fuera una película. "Che, vos, remera rayada, ¡Agarrenlo!".

En mi habitación tenía un póster blanco y negro (made in Parque Rivadavia) con una entrevista que se titulaba "un bicho raro llamado Catupecu Machu". Bicho raro, esa era la definición que mejor les calzaba para lo que era el rock argentino de ese entonces. Si tuviera que ponerle alguna etiqueta a Catupecu, sería "rock gutural". El "mirá, escuchá y gritá" de los 3 monos en la tapa del primer disco era sublime. Lo resumía todo, tres consignas obligatorias cuando estabas frente a ellos. Era una banda para mirar detenidamente, escuchar con atención y gritar como un desaforado. Me había impreso todas sus letras, incluso una como "Nocoso", que sólo repetía esa palabra inexistente como 20 veces. Hasta llegué a buscarla en el diccionario, confieso. Me acuerdo también de haberlos enganchado una noche en la tele, tocando en Volver Rock, con Fernando Ruiz Diaz de traje y Gabi descalzo. El yin y el yan. Romina Yan. Eran como el mercurio, que se junta y se separa todo el tiempo.

Al final me di el gusto y los terminé yendo a ver a Cemento. Tenía 14 años, estaba pelando cables en el industrial todavía. Ese día conocí algo llamado pogo. Nunca vi tantos pantalones anchos, hardcore, juntos. Me acuerdo de la fila que bordeaba la calle Salta, la ansiedad, los nervios de mi debut rockero, y un loquito que golpeaba el portón al grito de: "La puerta, che, la puertaaaaa". Todos nos reíamos con su imitación y pensábamos en el capuchón magnético. Sería a finales de los 2000. Todavía tengo la entrada pegada en alguna carpeta del colegio, al lado de una de El Otro Yo en el Showcenter de Haedo. Estrenaron un tema que al año siguiente iba a ser una bomba: "Y lo que quiero es que pises sin el suelo". Estaban tan cebados con el CD que se venía (Cuentos Decapitados) que, a modo de bis, salieron y la volvieron a tocar. Como para que no quedaran dudas, supongo. Todos nos mirábamos y pensábamos para adentro: "Este tema la va a romper, loco".

Fui testigo criminal de esos albores de Catupecu, esa introducción al daleísmo que empezaban a dictar. El día que los vi en la tapa del Suplemento Sí, con Fernando rompiendo una baldosa de tan fuerte que pisaba, se terminó mi romance con la banda. "Se vendieron", pensé dentro de mi imaginario puber. En mi cuarto tenía el cartel publicitario de Obras Sanitarias, lo había arrancado de la calle, todo rotoso, sucio. Nunca fui a ese concierto. Hoy, 10 años después, lo miro por YouTube y me arrepiento. Por suerte tengo A morir para seguir imaginándome shows perfectos que terminan con "Lavatuto" al palo y el escenario lleno de gente haciendo mosh.

NJI

Carilina World

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vendo soles en invierno
y me las rebusco en el verano
el frío es un buen negocio
en la sequía de abrazos

cachetes rosados, narices de payaso
y el pijama bajo el pantalón
en este mundo de carilina
hay que estar bien equipado

los guantes siempre listos
aunque no haya boxeadores
hay que pelear contra el viento
si no lo noqueás a tiempo

el café bien calentito
para recibir la mañana negra (negrísima)
la bufanda como serpiente
que se enrosca en tu cuello

el humito por la boca
todos somos fumadores
tiritar es un deporte
un campeonato entero

el bondi que no llega
y ese taxi te rescata
una estufa, un paraíso
doble frazada para soñar

otro invierno odioso
otro invierno lastimoso
otro invierno friolento
otro invierno violento

NJI

La muerte joven

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Hendrix se ahogó

Cobain se disparó

Curtis se colgó

Joplin se picó

Drake se empastilló

Tanguito se cayó

Moura se contagió

Ricky se tiró

A mí por suerte

me gusta el chamamé

NJI (2010)

Histeria Argentina (1810-2010)

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Somos el virreinato sin la Plata
el Cabildo mutilado
derechos y humanos

Somos rifle y revolución
Carne de cañón
Balas perdidas

Somos reyes y reinas
Aguafuertes porteñas
Lugano y Recoleta

Somos campeones del mundo
San Martines sin rumbo
Mafaldas y Susanitas

Somos manos de Dios,
pies de barro,
alambres atados

Somos bichos y bolitas,
tecnos y fieritas
bizcochitos de grasa

Somos cumbia y Cumbio
tango y arrabal,
Rock and roll artificial

Somos famas y cronopios
Túneles y rayuelas
Héroes sin tumba

Somos AMIA, LAPA Y ESMA
Bombas en Plaza de Mayo,
cámaras ocultas

Somos Cabezas y Bulacio,
Cromañones de exportación
30 mil + 1

Somos boletos capicúas
dadores de sangre
corresponsales del shopping

Somos la Guia T
el 15- adelante
asados fiados

Somos peronchos y radichetas
punteros sin campeonatos
el chori y la coca

Somos el boca de urna,
votos cantados y desafinados,
la casa en desorden

Somos equilibristas del sueldo,
el registro por puntos
y las manos mágicas

Somos Buenos Aires queridos
Más malos que buenos
Más humos que aires

Somos sudakas y argentos
Morbo y pavimento
Causa y defecto

Somos la Capital Federal
Más porteña que federal,
más deudas que capital

NJI

El mundo entre las manos

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¿Cuánto pagarías por un vinilo de Almendra autografiado por Spinetta? A 40 años de la grabación del disco (según los créditos, fue entre enero y septiembre de 1969), el payasito de la tapa no acusa ni una sola arruga. El ojo, la lágrima y la sopapa, todo sigue estando en su lugar. Laura, Fermín, Ana, el niño dormido y la Muchacha (ojos de papel), también.

Una vez quise conocer a esa chica, me acuerdo, y empecé a buscar en la guía telefónica (en la época donde todavía se usaba eso). Sabía su nombre verdadero: Cristina Bustamante. Había unos 20 nombres. Llamé a todos, pero no tuve mucho éxito. Igual, ¿Qué iba a decirle? ¿"Hola, vos sos la Muchacha Ojos de Papel"? ¿"Vos sos la de la canción de Almendra"? No. Malísimo. ¿Y si no tenía voz de gorrión, ni pechos de miel? Hubiera sido un golpe tremendo, un cross de derecha a la mandíbula de mi adolescencia.

Una vez le pregunté a Emilio Del Guercio sobre ella, en una entrevista que le hice en su casa de Bajo Belgrano, porque él había sido el cupido que se la presentó a su amigo Luis, en esos años de guitarras con acné, a fines de los '60. "La verdad, no sé si hice bien o mal...", me confesó, medio en broma, medio en serio, y cerró la frase con esos tres puntos suspensivos. Por lo lindo que fue al comienzo, se refería, y por lo triste que terminó la historia después (chequear "Blues de Cris", del primer disco de Pescado Rabioso).

Ante la fama del LP debut, el segundo disco (Almendra 2) quedó solapado en la historia. Pero era mucho más ambicioso, más desprolijo, más desparejo que el primero. Para mí es el Álbum Blanco argentino. Tenía rocanroles como "Rutas Argentinas" (La 25 te hace un disco entero sólo con ese tema), "Mestizo" y "Parvas". En la vereda de enfrente, otros más relajados, como "Para ir", "Vete de mi cuervo negro" y "Los Elefantes". Tres temas que no tenían nada que envidiarle a nadie: tranquilamente podrían haber competido contra "Color Humano" o "Figuración" en un concurso de belleza y sacar el primer puesto.

Almendra 2 me lo compré en un festival, alguno de esos "Pirulito" Rock, en los puestos de discos que ofrecen supuestos descuentos (pertenecer, parecía ahí, tenía sus privilegios). Me dieron una de esas ediciones CD de caja cartón, símil vinilo, que no traen ni las letras. Me salió 9 pesos. Nada. Un Belgrano, dos San Martines. Nada. Una de las mejores inversiones de mi vida. Fue como tener el mundo entre las manos. O -en este caso- dos mundos.


NJI

Tres Tristes Tigres jugando al Tetris

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La vida es un Tetris gigante donde hay que encajar las piezas.

Los bastoncitos rojos serían la oficina, tu jefe malhumorado a las 9:10 de la mañana, el café de máquina recién preparado y tus compañeros de trabajo con el serrucho entre los dientes, siempre afilado.

La vida es un Tetris gigante donde hay que encajar las piezas con ingenio.

Los bloques azules en "L" representan familiares perdidos que sólo aparecen para la pavita y el vitel toné de Año Nuevo, tías desubicadas que eructan en la sobremesa, abuelos que vinieron de España con una valija llena de hambre y padres con complejo de Edipo.

La vida es un Tetris gigante donde hay que encajar las piezas una por una.

Los cuadrados amarillos pueden ser tu novia, los celos de tu novia, los caprichos de tu novia, y tu novia en sí, pasada de copas, haciendo un papelón frente a tus amigos en tu fiesta de cumpleaños número 27.

La vida es un Tetris gigante donde hay que encajar las piezas estratégicamente.

Las fichas verdes con forma de "Z" son tus sueños por cumplir, las tres acciones básicas de la vida de todo hombre: talar un árbol, matar a un hijo y quemar un libro. El orden de las prioridades es a elección del consumidor o -en este caso- el consumido.

La vida es un Tetris gigante donde hay que encajar las piezas sin parar.

Los bloques celestes con aspecto de "T" serían tu ansiedad en mute, tu optimismo herido de muerte, tu almohada con kit anti-insomnio, tu celular sin crédito, el spam de gmail, tu miedo a volar, tu soledad de vidrios polarizados, tu calefón sin agua caliente, tu fobia a las arañas de papel, tu alergia a Tinelli y tus discos rayados de Jefferson Airplane.

La vida es un Tetris gigante donde hay que encajar las piezas con paciencia.

Hasta que en un momento se agrupan en línea,

ganamos el bonus y se eliminan -de un tirón- de nuestra vida.

Pero vuelven a caer más.

Y más.

Y más.

Y más.

NJI (2010)

Un Pino con 10 Casas

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Es una fija de todos los meses: apenas cobro el sueldo, o algo parecido a un sueldo, me lo patino en libros y discos desparramados por la calle Corrientes. Son mi criptonita. En De La Mancha, ahí donde a Riobamba le cortan el pescuezo, me esperaba el vendedor con la última antología de Fabián Casas: Horla City y otros. Todavía estaba calentita, como recién salida del horno. Olía al césped del Nuevo Gasómetro pisoteado por Romeo en el minuto 43. Lo abrí y leí una frase al azar: "En esta soledad de la casa deshabitada tengo la terrible certeza de estar parado sobre una equivocación". Me sentía Andrés, el protagonista de Ocio, cuando pispeaba el de Celine antes de escondérselo bajo el sobaco. El tipo me lo envolvió para regalo, sin saber que era un regalo para mí. Me hizo descuento y todo, por charlatán, supongo. Lo pagué con el vuelto que me habían dado en la librería de enfrente, cuando compré Mi nombre es Rufus.

"Casas justo estuvo hace un rato", avisó el vendedor, y no pude evitar preguntarle, cual groupie literario, qué libro se había llevado. Me respondió que uno de Steven Millhauser. Y me contó que iba a ser papá, que estaba asustado y contento. O contento y asustado, depende el día. Me guardé el libro y me fui repitiendo ese apellido en voz alta: Millhauser, Millhauser, Millhauser. Mi mochila adolescente de Nirvana rebasaba de poesía y no había escoliosis que valiera. Cobain se peleó con Casas, pero lo dejó entrar por el bolsillo izquierdo. Seattle se transformaba en Boedo. Es más, juraría que la carita amarilla del logo de la banda, en vez de sacar la lengua, me sonrió. La traía llena de cuadernos, discos, un diccionario desnucado, un paquete de Frutigran recién abierto y unos papeles que escribí con los dedos de los pies. Estaba más pesada que nunca.

Entonces fui atando los cordones de las calles hasta llegar a la parada del 124. El colectivo cruzó Callao y se lo tragó Lavalle. Viajé con Moris sentado al lado mío, cantándome en MP3 Ciudad de Guitarras Callejeras, haciendo algunas paradas imaginarias en Campana, José León Suárez y Dock Sud. Bien bonarense el paisaje, como si lo hubiera pintarrajeado Mariano Llinás. La gente hablaba tan fuerte por celular que tapaba el ruido del motor. El barullo de los ringtontos era más atroz que un concierto de vuvuzelas. El conductor estaba escuchando el partido de Alemania contra uno de esos países africanos a los que no le exportamos jugadores a sus ligas.

En el trayecto del viaje, unos carteles gigantes me decían que tenía que ver Toy Story 3 y comer una nueva hamburguesa de McDonald's más grasosa que la del mes pasado. Una pintada con aerosol, un graffiti ninja sobre Jean Jaurés clamaba "Massacre skate rock", pero un justiciero le tachó el "rock". Las propagandas de la UBA me pedían que votara a Degrossi, con un parche en el ojo y un bigote nazi agregado con marcador negro. Eran casi las 9 cuando llegué a Flores. La noche estaba en pañales, y nadie se animaba a cambiárselos.

Casas es rock and roll, psicodelia setentosa y whisky del mejor, reflexionaba en mi cuarto. En sus biografías lo destacan como un exponente de la “generación de los ‘90”. Nunca especificaron si por definiciones cronológicas o futbolísticas. Para mí es un escritor de toda la cancha, de esos marcadores centrales que no aflojan hasta los 90’. La última vez que lo vi estaba arriba de un escenario, cantando Mi Próximo Movimiento con Él Mató a un Policía Motorizado. Creo que era en Niceto. Santiago lo invitaba a subir y el tipo se negaba, hasta que no le quedó otra. No lo conozco, jamás nos cruzamos. Un día me gustaría ir a la casa de Casas, venciendo toda cacofonía, a escuchar Manal mientras nos fumamos uno. Ahí, en República de Boedo, los superjuguetes (rabiosos) duran sólo un verano.

NJI (2010)

Taxi, voy

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"No sabés la cogida que le pegué". Así arrancó su monólogo el taxista que me llevaba ayer a la noche, desde Corrientes y Bulnes hasta Gaona y Nazca. Gordo, canoso, desdentado. Tenía un Peugeot 504 y venía escuchando Radio 10 a todo volumen. Los tacheros suelen contar historias heroicas (e incomprobables), récords sexuales jamás vistos (e inverosímiles), éxitos exagerados (e incongruentes). Pero este iba más allá del mito.

- ¿Salís de trabajar? -me preguntó.

Eran las dos de la mañana de un miércoles: ¿Quién podía salir de trabajar a esa hora? No supe qué responderle. Él siguió como si nada:

- Yo recién arranco, vengo de la timba.

Me lo blanqueó de entrada, aunque no me importara: el juego era su debilidad. Aseguraba que podía salir con una mujer en vez de perder el tiempo apostando, pero que no lo hacía. "Y eso que tengo tres bombones para elegir", remarcó, haciéndome un guiño cómplice por el espejo retrovisor. Y se largó a describirme las tres nomás. La primera era una vieja amiga, con más de 20 años de relación. Cada tanto volvían a encontrarse, era una incondicional. Le decía "GPS" como apodo: "Garche Para Siempre". La segunda era una ex pasajera, un touch and go. Y la tercera, una desconocida que lo había encontrado por Facebook. Ella lo había contactado porque tenían el mismo apellido y buscaba familiares perdidos. El chamuyo de siempre. Mail va, mail viene, arreglaron una cita para juntarse a tomar un café y, obviamente, terminaron encamándose en su departamento. O al menos eso me decía el taxista, que en ese momento ya pasaba de ser Rolando Rivas a convertirse en un Ricardo Arjona cualquiera, evocando a su canción insignia.

Me la describía de una forma tal que su presa parecía una mezcla perfecta entre Pampita y Nicole Neumann, pero con unos -ejem- 30 años más. Yo tenía mis dudas. El hombre se dio cuenta. Y quiso cerciorarse:

- Esperá que te muestro el video -dijo, mientras soltaba la mano derecha del volante y manoteaba el celular de su bolsillo.

Cuando estábamos por llegar a Nazca (el reloj marcaba $18,94), la situación se tornó desagradable. La cámara de su teléfono recorría el cuerpo de una mujer desnuda, dormida boca abajo. Le hacía foco principalmente en el culo. Después, volvía a alejar el zoom. El archivo, de unos 30 segundos, se llamaba "Susana2.mov".

- No sabés la cogida que le pegué -insistió.

Y yo, a esa altura, la verdad que no, ya no quería saber.

NJI

Musimundo de la nostalgia

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En plena generación del MP3, Carlos se gana la vida vendiendo vinilos. Un negocio redondo, valga la redundancia. Su local de Corrientes y Talcahuano rebalsa de jóvenes-viejos (típicos barbudos sub-30) en busca de oro negro. Entre cajas empolvadas y tapas amarillentas, cogotean los discos de Piazzolla, Miles Davis, los Beatles y ese de Spinetta que nunca vas a encontrar. La sección “Folclore” tiene más rating que la de “Jazz 1950”, pero juntas no le ganan a la de “Rock Nacionaal” (así, escrito con doble “A”). Acá Charly García o Litto Nebbia son palabra santa. No te atrevas a hablar de Miranda! o el último de La Renga... ¿Pity Álvarez? ¿Quién es ese?

Este Musimundo de la nostalgia parece una sucursal del Parque Rivadavia o el Centenario. Sólo que acá no quieren enchufarte un plasma, ni una de esas computadoras de última generación. El dueño del lugar te atiende él mismo y conoce tus gustos musicales. Es tu vendedor, tu amigo y tu consejero. Sabe que si te llevás el primero de Yes, después vas a volver por alguno de Emerson, Lake and Palmer o King Crimson.

Los discos que ofrece bordean los 50 pesos, y sólo aumentan su precio a medida que los personajes de sus portadas van pasando a mejor vida. Hace 3 años te vendía el primero de Pappo’s Blues a 45 pesos (¡Una joyita!) y ahora lo puso a 80. Upssss. Gajes del oficio, los llama él. Como ese capítulo de Los Simpson en que se moría el saxofonista Encías Sangrantes Murphy y su único LP pasaba de 250 dólares a 500. Las maravillas que pueden lograr un marcador negro y un vendedor sin escrúpulos.

Un chico entra al lugar y empieza a revisar el material de la fritura constante (aunque este ambiente no tenga nada que ver con la cocina). No encuentra el segundo de Sui Generis. Preocupación. “Te lo consigo para la semana que viene”, escucha. Se ofusca. Pucherito. No se lo puede sobornar ni siquiera con dos de Serú Girán. Al final se va del local a las apuradas. Se calza el IPod que lleva en el bolsillo y enfila para Corrientes, cabeceando al ritmo de la música. Ni se da cuenta que lleva colgando de su cuello unos 200 vinilos.

NJI (2008)

Jorge

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Ni John Lennon, ni Paul Mc Cartney. Mariana era fanática de George Harrison y la banda sonora de su vida se reducía a tres canciones: Something, Here comes the sun y While my guitar gently weeps. De hecho, eran sus temas preferidos de tooooda la discografía beatle. Detestaba las baladas melosas de Mc Cartney y las posturas idealistas de Lennon. Y sobre Ringo no tenía que reflexionar demasiado... Simplemente era Ringo.

La conocí de casualidad, en el show de una banda tributo que se presentaba en el The Cavern de la calle Corrientes. Un amigo me había arrastrado hasta el lugar (siempre fui más del palo jazzero, pero esa noche no tenía mejores planes), así que no tardé en aburrirme y empezar a palpar el ambiente. Ahí registré a Mariana por primera vez; estaba sentada en una mesa del fondo, con una mochila del Submarino Amarillo sobre el respaldo de la silla. Seguía con mucha atención lo que pasaba en el escenario, aunque en realidad sólo miraba al guitarrista que ocupaba el rol de Harrison. Le divertía buscarle los errores y, entre pifie y pifie, me acerqué a su mesa.

“Estoy esperando a un amigo”, se excusó como para echarme con elegancia. Pero no lo logró; me senté y me presenté. En mis 26 años de vida, nunca había estado tan agradecido de llamarme Jorge como en aquella noche. A ella se le dibujó una sonrisa en el rostro cuando escuchó el nombre y sus ojos se transformaron en un show de fuegos artificiales para mí solo. Se rió, enseguida me rebautizó “George” (cada tres palabras me empezó a llamar así, o incluso preguntaba “¿No es así, George?” y se volvía a reír). Charlamos un rato, la acompañé a la parada del 124, me pasó su teléfono y nos despedimos.

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30 de noviembre de 2001. Ahora debería estar con Mariana de luna de miel en la India, si no fuese porque justo ayer se murió Harrison y los planes se fueron al diablo. Hice los mil y un esfuerzos por consolarla y convencerla, pero me dejó plantado en el registro civil (por iglesia era imposible, ¡Es hare krishna!) y después me trató de insensible. Nos peleamos como nunca antes y me dejó a la semana siguiente.

Volvimos a vernos recién dos años después, en un recital. Me contó que había cumplido su sueño de conocer Liverpool y que había mejorado muchísimo con la citara. No me animé a decirle que había quemado todos los discos de su ídolo, esos que había dejado aquella vez en mi casa (el primero que ardió fue All things must pass, su preferido), pero sí cuánto la extrañaba. Me abrazó. La abracé. Nos abrazamos. Decidimos darnos otra oportunidad y nos fuimos juntos del Gran Rex, sin importarnos cuántos temas más faltaban para que terminara el show de Jorge Drexler.

NJI

QWERTY

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Sos un signo de interrogación,
una pregunta bajo los escombros,
una oración unimembre.

Sos el palito de la “Ñ”,
niña, ñoña y ñata,
la patita de la “P”

Sos Jimena, Gimena y Ximena,
septiembre y setiembre,
pero nunca otubre

Sos el gancho de la “J”,
jarrón, jaula y jungla,
la pancita de la “D”

Sos una sopa de letras,
un diccionario con caldo,
servido en la cena

Sos la “CH” que borraron,
el silencio de la "H",
la “LL” perdida

Sos la Rial Academia Española,
intrusos en tus labios,
esdrújulas sin techo

Sos el “@” de mi teclado
El ALT+64 de mis días
Mi eterno F5

Sos un juego de palabras cruzadas,
el scrabble de mis sueños,
Rayuela y Ficciones

Sos un sudoku resfriado,
un crucigrama deshilachado,
la palabra “protocolo”

Sos sujeto y predicado,
un libro abandonado,
una sílaba con tilde

Sos los 140 caracteres del Twitter,
un diptongo embarazado,
la palabra “acetato”

Sos este texto inconexo,
cóncavo y convexo,
geométricamente perfecto

Sos un verso envenenado,
una rima en mal estado,
un guión recostado

Sos tres puntos suspensivos
atravesándome el pecho,
en una noche de invierno

Sos “etc”, “ídem” y “sic”,
una abreviatura por SMS,
un prólogo color café

Sos el ABCedario incompleto,
la puteada amable,
un renglón torcido

Sos -sobretodo- una mala palabra,
castigada y en penitencia,
escapando de su punto final

NJI

Mapache

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Mariana vive a la vuelta del Alto Palermo, ahí donde Santa Fe histeriquea con Coronel Díaz, pero nunca concretan. Tiene un departamento, dos tortugas y una soledad de varios kilos. Escribe. Fuma. Produce. Viaja. Va al teatro. Bebe. Sueña. Vuela.

Es periodista Mariana. Una periodista bañada en timidez. Calladita, prolija, responsable, reservada. Low profile, que le dicen. Si tocara en una banda de rock, seguramente sería segunda guitarra. Una George Harrison de ojos celestes y tristones. Una artista con buenas canciones, que le tiemblan las piernas cuando sube al escenario. Ella tiene un potencial increíble, pero a veces no lo sabe aprovechar.

También tiene papá, mamá, hermana, hermano y unos 364 amigos (según Facebook, claro). Corrección: ahora son 365. Se sumó uno más. Mariana es clase ’83, es colegio de monjas, es casa de verano en San Bernardo y es rock. Se fue a Europa dos veces, y ahorra para una tercera. Fantasea con irse a vivir sola, tener una hija que se parezca a ella y un hombre que la sorprenda con In Your Eyes por la ventana, como John Cusack en Un Gran Amor. O -al menos- uno que le explique el final de 2001: Odisea en el Espacio. El monolito, ese puto monolito.

Mari es enroscada, tetona, cinéfila, y no deja nada librado al azar. Duda, teme, se persigue. Qué sí, que no. Lo llamo, no lo llamo ¿Y qué pensarán de mí? ¿Y si les caigo mal? Sale a la cancha sin maquillaje, ropa holgada y anteojos negros para ocultar sus ojeras de mapache.

Un avión y varios aeropuertos me separan de Mariana. Unos 11.082 kilómetros, para ser más exactos. Me acuerdo de ella mientras espero el metro, acá en París, en estos incómodos asientos amarillos. La estación Roosevelt está desierta. Pienso en Mariana, en esa noche que la conocí en El Dorado, y la extraño, más que al dulce de leche, al asado y a los Havannets. Me muero por llamarla, o mandarle un email con cualquier excusa. No puedo. No me animo. Ahora un guía me habla de Gustave Eiffel, de la Bastilla y de las pinturas del Louvre. No hay caso, sigo volando en mi nube de añoranza.

Vuelvo al hostel mejor. Pongo música que -¡zas!- me hace acordar a ella. Coiffeur, Aristimuño, Flopa, Rosario Bléfari, Loli Molina. A mí también me gustan más los solistas que las bandas. Son más personales, más cercanos. Como leer una novela. “Cuando el amor no entra, no empujes, que no va a entrar”, me sopla Gabo al oído. “El amor es bailar”, le responde el enano de Café Tacuba, en el shuffle de mi IPod. Y me voy quedando dormido.

Mañana vuelvo a Buenos Aires. Quiero verla, abrazarla y decirle todo lo que me pasa. Que la quiero mucho. Que la extraño. Que me parece una mina increíble. Y todas esas paparruchadas.

Espero que a su novio patovica no le moleste.

No me banco otro mes con el ojo izquierdo hecho una compota.

NJI (2009)

Sinapsis

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Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
borrachas, anémicas, berretas.

La primera retiene datos inútiles, como el gusto de helado preferido de mi ex o nombres de vedettes famosas que salen en los programas de chimentos.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
anestesiadas, compungidas, sobornadas.

La segunda guarda la contraseña de todas mis casillas de email y la clave del cajero automático.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
irrompibles, sinceras, peronistas.

La tercera tiene un back up con letras de canciones para cantarlas en todos los recitales de mi vida, por si alguna vez me enfoca la cámara.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
irrefutables, violentas, madrugadoras.

La cuarta almacena mi historia familiar, algunos nombres, edades y ocupaciones de primas y primos que sólo veo en casamientos o funerales.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
tímidas, lampiñas, puntuales.

La quinta se activa a la hora de rendir exámenes y formatea toda la información al día siguiente de aprobarlos.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
desafinadas, rolingas, imperfectas.

La sexta me sirve para resolver el sudoku y nada más.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
acróbatas, bizcas, autoritarias.

La séptima se acuerda de todas las chicas que me rechazaron, empezando por Agustina Muñoz, esa compañera de 5º grado que la invité a bailar un lento (“Si tú no estás aquí”, de Rosana) y me dijo que no.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
incomprendidas, solitarias, friolentas.

La octava se boxea con la séptima día y noche para que todos esos rechazos no salgan a flote a cada instante.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
saladas, maquiavélicas, preñadas.

La novena maneja mi Facebook, MSN y Twitter al mismo tiempo.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
empalagosas, abandonadas, celosas.

La décima guarda nombres de calles y avenidas, por si alguna vez pierdo la Guía T y tengo que volver a mi casa desde Berazategui.

Tengo solamente 10 neuronas en mi cabeza
insaciables, rapadas, anarquistas.

NJI

La hoja en blanco

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Soy una hoja en blanco
que quiere escaparse
de tu palabrerío idiota

Me vas a plagar de lugares comunes
putearme, gritarme, apretujarme
para terminar en el cesto

Seguro me vas a mojar
con esa tinta azul espesa
y con manchas de café

Primero te quiero avisar
yo no tengo la culpa
que esa chica no te quiera más

No quiero ser el testamento
de tus penas

No quiero ser el certificado
de tu soledad

Estás acogotando a la birome
y ella tampoco tiene la culpa
de los males que te aquejan

Tu puño me asesina con sus trazos
cada punto es un disparo,
cada coma, una puñalada

¿Pensás seguir escribiendo así?
¿A esto llamás inspiración?
Seguro sos periodista o escritor

Ya van 15 cigarrillos al hilo
como pulmones de acero
sos una chimenea humana

Comerte las uñas tampoco sirve
por más rico que sea
ese anular derecho

Sos un esclavo del zapping nocturno,
de la histeria del control remoto
La TV te daña hasta en mute

Tu gato te mira y no entiende nada
con piedritas y alimento balanceado
vive más feliz que vos

Ahora ponés a Flopa de fondo,
una emoción, una homicida
son canciones salvavidas

El colchón cruje bajo tu espalda
los pajaritos asoman en la ventana
otro día que te dormís de día

El insomnio te está matando
hasta creés que yo te estoy hablando
¿No ves que sólo soy una hoja en blanco?

NJI