In paz

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Capitalismo, progreso, desilusión:
en todos los lugares que recorría de chico
ahora hay un estacionamiento
o un Starbucks.
Hoy me levanté y habían construido uno
al lado de mi cama.
Me pedí un Frappuccino.

Mi tristeza burguesa
apoyada sobre dos caballetes
me empuja al vacío:
me corto las venas con la tarjeta Sube,
sangro pasajeros y choferes,
sangro todas las líneas de colectivos de la ciudad.

Veo el túnel y la luz blanca,
hay una cola enorme
que termina en Caloi, Estela Raval y el de Memphis La Blusera.
Pasa toda mi vida en un segundo,
como si fuese un compilado con mis mejores hits.
Mi infancia, mis viejos, los juguetes, la bici
Winter, Pumper Nik, el circuito KDT, los '90
El Bocha de Cebollitas, el mechón rubio de Maradona,
la primaria, cumpleaños, tortas y bailes,
cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo.
La adolescencia, primeras pajas, la Pradón, la Suller, Rompeportones.
La secundaria, la birra, el rock, los baños de Cemento.
La facultad, los apuntes de la UBA subrayados con resaltador.
Todas mis exs: la culona, la abogada,
la que me cagó, la frígida, que se quería casar y tener hijos.
Todo en un segundo.

La vida se acabó,
están pasando los créditos
en la pantalla
y en esta película
no hay secuela que me salve.

Desde acá abajo
veo todo con más claridad.
Las cosas se rompen,
se despegan,
se derriten,
revientan,
Fallan.

Los motores,
un jarrón,
el piso, la ropa.
Tu familia.
Todo.

El tiempo se come tu vida
como un Pac-Man
y vos sos siempre
uno de los fantasmitas.
Siempre.

Los problemas
van de traje a tu fiesta,
entran sin pedir permiso
y se sientan en cualquier mesa
a bardear al de al lado.

Alguien aprieta el gatillo
sobre la sien
y sale la banderita
que dice: "¡bang!"
Sólo un susto,
pensás vos.
Pero no.

El Merval cayó un 0,38%,
dice un señor de corbata
mirando a la cámara,
sentado frente a un escritorio.
Tiroteo en Quilmes,
3 goles de Messi,
choque de camiones en Panamericana.
Lo de siempre.

Apago la tele, ya es mediodía:
estoy llegando tarde a mi propio funeral.
En mi tumba tengo wi fi y Direct TV,
miro el cortejo fúnebre en vivo y en directo,
sale desde Acoyte y Rivadavia hasta la Chacarita.

Un océano
adentro de una pileta,
una pileta
adentro de un charco,
un charco
adentro de unas lágrimas
que lloran desconsoladas
por mí
en las mejillas
de un montón de gente reunida.

La rubia tarada
bronceada, aburrida
Me dice: por qué te mataste?
Y yo, por el asco que dá tu sociedad
¿Por el Ipad de hoy cuánto gastaste?

Te lo digo en tono hipster
para ser más claro:
la muerte está más sobrevalorada
que el último de Radiohead,
a mí me gustaba la muerte
antes de que se pusiera de moda,
después se vendió.

En el infierno también hay Campo Vip.
y te cobran service charge.
Y la mandíbula del Bebe Contepomi
decide quién puede entrar y quién no.

Hendrix se ahogó
Cobain se disparó
Ian Curtis se colgó
Janis Joplin se picó
Nick Drake se empastilló
Tanguito se cayó
Moura se contagió
Ricky se tiró

A mí por suerte
siempre me gustó el chamamé.

Polo Norte

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No hay tiempo,

cojamos con la ropa puesta

que hace demasiado frío.

Con guantes.

Con bufanda.

Con imaginación.

Hagamos de cuenta

que somos esquimales

y que nuestra cama es un iglú.

O no.

Mejor una cueva de hielo

con estalactitas colgando del techo.

Tiritemos, 

larguemos humito por la boca.

Cojamos adentro de la heladera,

derritamos todas las cubeteras del mundo.

Cojamos en un frigorífico

entre reses y faenas

con Amy Winehouse de fondo.

Rompamos las cadenas de frío

que nos atan y seamos libres,

que hasta el más duro de los inviernos

se descuida alguna vez.