El lugar más común de todos los lugares comunes

|
Me dijiste que vaya redondeando,
haciéndome el gestito con el dedo
como en la radio,
porque el rating minuto a minuto
de nuestra charla
se estaba yendo a pique.

Entonces tragué saliva
tartamudeé
y te dije
unas cuantas paparruchadas.
Me armé
todo un Cirque du Soleil
en la cabeza
con los acróbatas
y los malabaristas
incluidos.

Me puse cursi,
te hablé de una escena de Nothing Hill
y me sentí el más gil.
Te tiré por la cabeza
un montón de frases hechas,
el lugar más común
de todos los lugares comunes.

Que sos la mina perfecta,
la más linda, la más copada,
que sos más buena que el Actimel,
que te quiero hasta el infinito punto rojo
y que -obviamente-
no podemos seguir juntos.

Me sentí un parásito,
te manoseé tanto el corazón
que me recibí de cirujano.
Tiré toda la carne al asador
y me quedé sólo con las brasas.
Se me derrumbó el Jenga.

En ese momento
se me hizo un nudo en la garganta
tan, tan grande
que hasta el día de hoy
nunca pude desatar.

#Mi semana

|


Pavimento

|
Mis zapatillas ya tienen astillas.

Mis auriculares son como radares.

La gente boyea por las calles apurada.

Una anciana arrastra su carrito lleno de papas.

Una chica riega los malvones del balcón.

Los estacionamientos se manchan de aceite.

Un portero silba un tango.

Las heladerías se quedan sin sambayón.

Los gatos revuelven la basura.

Las plazas con rejas son cárceles viejas.

Una nena cruza de vereda sin mirar.

Los aire acondicionados gotean en las cabezas.

Alguien pregunta por la calle Laprida.

Una chica habla de breteles.

Un grafitti en la pared dice "Sobrio no te puedo ni hablar".

Los semáforos nos guiñan el ojo.

Los ascensores chillan de dolor.

El noticiero marca 37 grados centígrados.

La ciudad se derrite

y yo

con mi subjetividad objetiva

lo capturo todo.

Si pudiera cogerme a Buenos Aires

empezaría por Recoleta

y bajaría con la lengua

hasta San Telmo.