esa noche de agosto
salimos
comimos
cogimos
y leímos
a juan gelman
vos tenías puesta
tu tanga feroz
-mi preferida-
la roja y blanca
la del escudito de river
con la frase
dale campeón, dale campeón
metía primera
y doblaba en tus curvas
me sentía fuerte:
era el iceberg
que hundió al titanic
la muralla china
el muro de berlín
con los nazis
bailándome encima
una chacarera
había más manoseo
que en un corner
éramos vino y sandía,
una combinación letal
rechinaban
los resortes de tu cama
me enroscaba en tu cuello
como un collar isabelino
estabas adentro mío
en mi ventrículo derecho
sístole & diástole
bombeando sangre
a borbotones
escuchábamos los redondos
y vos me decías al oído
que juguetes perdidos
era el himno nacional argentino
y te ponías la mano en el pecho
-sobre el corazón-
para cantarla mejor
ronroneamos
toda la noche
hasta que me contaste
que te ibas a madrid
con una amiga
a probar suerte
y que no sabías
cuando volvías
ahí nomás
me pegaste
un código de barras
en la frente
y me despachaste
como valija de aeropuerto
me diste una raspadita
de esas que frotás
con la llave del auto
que decía:
seguí participando
los días siguientes
fueron de terror:
me mordía mi propia cola
me enrollaba solo
como un bicho bolita
y cada tanto me ahorcaba
con mi cordón umbilical,
anduve encallado
con várices en el alma
y el ego bajo fianza
tenía una laguna en la cabeza
la de chascomús
y la de mar chiquita,
era una pelopincho
llena de cloro
que perdía agua
por todos lados
no me animé a ir a despedirte
a ezeiza
a verte subir
de espaldas
por la escalera mecánica
por última vez
pero esa misma noche
fui a la cancha
y aunque los bosteros
nos ganaron el superclásico
con dos goles del chelo delgado
-no me importó-
yo me la pasé cantando:
dale campeón, dale campeón
Nicolás Igarzábal
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