Juramento hipocrático

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I)
Lo pruebo y lo pruebo
pero no hay caso:
mi aparato reproductor masculino
no reproduce MP3.
A esta altura ya no sé
si llamar al médico de guardia
o al servicio técnico.

II)
Mi sistema digestivo
carbura a base de alfajores Terrabusi
helados, hamburguesas de McDonald's,
Danettes de chocolate, medialunas,
vino, fernet y asados con amigos.
Es imposible, ¡no hay chances!
de que mi alma pese 21 gramos.
La mía está excedida de peso
y no piensa hacer dieta, ni ir al gym.
No lo voy a permitir,
por lo menos mientras trabaje
dentro en este cuerpo.

III)
Me quebré el antebrazo
al caerme de la escalera.
Fractura expuesta,
dijo el traumatólogo
y me puso un yeso
por tres meses.
El radio se me partió en dos:
ahora tengo AM y FM.
El único que no está en sintonía,
que no agarra la onda,
debo ser yo.

IV)
No me alcanzan
los 140 caracteres del Twitter
para describirte.
Quiero darte un poema
que te vuele la cabeza,
el cerebro, el cerebelo
y el bulbo raquídeo.
Quiero ser
la médula espinal de tus días
y hacerte olvidar
de las cuentas del gas,
del teléfono
y del agua caliente,
que no asoma ni por asomo
en tu departamento de Caballito.

V)
Soy socio Nº 12.053 de Boca Juniors,
voy todos los domingos a la cancha.
Xeneize desde la cuna,
mi viejo me puso Román por Román.
Por eso no voy a aceptar que en mis venas
corran sólo glóbulos rojos y blancos.
Los míos son azules y amarillos,
a lo sumo, grises.
No pienso darle la razón
a ese hematólogo canalla
que en el juramento hipocrático
seguro cruzó los dedos.

Nicolás Igarzábal

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